Rosa Cándida es una campesina del pueblo Las Maravillas, en las afueras de Ahuachapán, al oeste de El Salvador. Ella, su marido, sus dos hijas y sus dos nietas pequeñas viven de la tierra, cultivando maíz, frijol y maicillo en el campo, a 2 kilómetros de su hogar.
En un marcado contraste con el idílico entorno, en los últimos años Rosa ha visto cómo tormentas tropicales, deslizamientos de tierra, lluvias torrenciales y terremotos devastaban su país y su comunidad.
El Salvador es el país más pequeño de Centroamérica, pero se enfrenta a grandes catástrofes y riesgos relacionados con el clima. En 2022, Rosa fue una de las más de 1,7 millones de personas que necesitaron algún tipo de ayuda humanitaria o protección en el país debido a los desastres.
Un terremoto en enero de este año dañó su casa, creando grandes grietas en sus paredes de adobe y obligando a su familia a dormir a la intemperie mientras encontraban el dinero necesario para repararla.
Foto: IFRC
Media jornada de trabajo agrícola sólo genera ingresos suficientes para que Rosa alimente a su familia durante el día, lo que significa que desastres como el terremoto tienen un impacto drástico en las finanzas y el bienestar de su familia.
Afortunadamente, la ayuda llegó de Cruz Roja Salvadoreña. Sus equipos realizaron rápidamente una evaluación de los daños causados y proporcionaron ayuda en efectivo a más de 600 familias de la región, incluida la de Rosa.
"El apoyo de la Cruz Roja nos ayudó a comprar alimentos, medicinas y otros artículos para el hogar", dice.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
Los equipos de la Cruz Roja realizaron dos transferencias de efectivo, asegurándose de que el dinero llegara a las personas que más lo necesitaban:
"Dimos prioridad a los hogares más afectados por el terremoto, entre los que había personas mayores, mujeres embarazadas, madres en periodo de lactancia e infantes", explica Fátima Évora, de la Cruz Roja Salvadoreña.
Foto: IFRC
La asistencia en efectivo es una de las muchas formas en que la Cruz Roja Salvadoreña ayuda a las comunidades locales de todo el país a prevenir, prepararse y responder a los desastres. El personal voluntario también ha estado estableciendo sistemas de alerta temprana para preparar a las comunidades para sequías e inundaciones, ofreciendo apoyo a la gente para que adapte sus medios de subsistencia a la crisis climática.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
La Cruz Roja Salvadoreña organizó talleres comunitarios a principios de este año, para que la gente conociera los riesgos de desastre y saber cómo prepararse. Todo como parte de la Alianza Programática entre la IFRC y la Unión Europea.
Foto: IFRC/Hermanos Corallo
"Aprendimos que hay alertas verde, amarilla, naranja y roja, y que cada una indica un nivel de riesgo diferente. Podemos estar preparadas y avisar por megáfono a la gente para que evacúe y busque ayuda", dice Juana Santa María, que asistió a un taller en San Luis Herradura.
"Lo más valioso ha sido saber que, como comunidad, podemos pedir ayuda a la alcaldía, a las asociaciones de desarrollo comunitario y al personal de protección civil. Hoy tenemos más información para prepararnos y responder a los desastres", añade.
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En 2022, llegamos a 3.000 personas en El Salvador a través de la Alianza Programática con la Unión Europea.
Implementada por 24 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en todo el mundo, incluyendo en Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador y Ecuador en las Américas, la Alianza Programática ayuda a las comunidades a reducir sus riesgos y estar mejor preparadas para desastres y emergencias de salud.
Con la coordinación de la Cruz Roja Española, Cruz Roja Italiana y Cruz Roja Noruega y el apoyo de la IFRC, la Cruz Roja Salvadoreña está:
- Construyendo conocimiento comunitario
- Prestando asistencia a las personas que se desplazan
- Previniendo y respondiendo a los brotes de salud
- Garantizando que las percepciones y preocupaciones de la comunidad se tengan en cuenta y se utilicen para mejorar su asistencia humanitaria.